Padre nuestro,..... venga tu reino......
La organización HPHL, como parte de la Iglesia de Cristo, manifestamos nuestro rechazo y desacuerdo contra la brutalidad de todos los cuerpos que en este país y en el mundo estén actuando bajo el nombre de fuerza pública o del orden. Por definición sabemos que las mal llamadas fuerzas del orden son establecidas para cuidar y proteger no para enseñarse y abusar de la sociedad, especialmente de las personas más vulnerables. Lamentamos profundamente los casos más recientes como el de Ferguson (Michael Brown) y ahora el de Staten Island (Eric Garner); sin olvidar los 43 normalistas en México. Aunque los medios presentan los acontecimientos recientes del país como un asunto contra los Afroamericanos, los hispanos/latinos debemos concientizarnos que nosotros/as somos parte del mismo problema.
El mensaje es mucho más fuerte de lo que presentas lo medios. Las cárceles estas sobrepobladas de Afroamericanos e Hispanos en su mayoría. Y tal parece que a quienes no se les puede mantener encerrados por falta de argumentos legales, se les debe quitar la vida en las calles, aun cuando no estén armados. Los casos lamentables de Michael Brown y Eric Garner, son solo dos asuntos mediáticos que están acaparando la atención pública. Pero la realidad es que hay muchos otros casos en las diferentes ciudades de este país, de los cuales solo queda el dolor y tristeza en las familias y amistades, sin que nadie diga nada. Nuestros propios jóvenes son o pueden estar siendo objeto ahora mismo de la brutalidad policiaca.
Cuando los discípulos preguntas a Jesús si les puede enseñar a orar, el maestro utilizando el lenguaje popular de la época les contesta que su oración debe iniciar con la frase “Padre nuestro.” No hay ninguna duda que a pesar de los prejuicios raciales que siguen presentes en todos los estratos sociales, políticos y religiosos, todos/as tenemos una misma fuente de origen, Dios. Todos los seres humanos debemos hacer nuestras las palabras de Jesús y creer que Dios no solo es el padre de todos/as sino también la presencia real y activa del amor sublime de una madre que ama, protege y defiende a toda su creación.
Es evidente que en pleno siglo 21, el pecado humano sigue reinando por todas partes, poniendo de manifiesto que existe todo un sistema global, donde gente que se ha adjudicado el “poder y la autoridad” siguen creyendo que tiene el derecho a violar los principios más elementales de los derechos humanos, otorgados no necesariamente por las organizaciones de esta tierra sino por Dios mismo. Es tiempo que la Iglesia Cristiana Evangélica, que un gran porcentaje pregona poseer una voz profética , demuestre que dentro del contexto bíblico, esta voz tiene dos elementos importantes que no pueden estar separados: Buenas nuevas para el pueblo sufrido y una denuncia abierta sin violencia física contra la opresión, injusticia y todo lo que atenta contra la integridad humana.
Es momento de cerrar filas y hacer una causa común entre todos/as como hermanos/as. Los Latinoamericanos no podemos ignorar que en todo el Caribe y la costa atlántica, nuestro continente este saturado de hermanos/as Afroamericanos. No podemos estar solo de observadores/as. Usemos el poder que nuestra fe en Jesucristo nos concede para denunciar con carácter y valentía todas estas atrocidades que atentan contra el derecho a la vida. No se trata de encubrir a quienes cometen crímenes sino de luchar por la aplicación de la justicia basada en argumentos razonables, no a través de la muerte. No podemos olvidar que Jesucristo denunció las injusticias de su tiempo con valor y carácter. Obviamente para poder hacerlo tuvo que salir de la comodidad del templo para ir a los lugares públicos, mostrando con ello solidaridad con el pueblo sufrido y confrontando con argumentos teológicos prácticos a los perpetuadores del pecado sobre el pueblo.
La canción popular dice, “no, no, no basta rezar” Mi compatriota Arjona dice, “repitiendo dos padres nuestros el asesino no revive a su muerto.” Jesús es y está en acción. San Pablo dice en sus cartas que la iglesia es el cuerpo de Cristo. Si la cabeza que es Cristo tomó la bandera de la paz con justicia, en esta temporada del Adviento, hagamos de ella algo más significativo y en nombre de nuestro Señor y Salvador, reflejemos de maneras concretas su presencia en medio de este mundo de pecado y confusión. Usemos los púlpitos, y todos los medios a nuestro alcance para pregonar la presencia activa de la justicia divina en vez de predicaciones filosóficas vacías disfrazadas de una espiritualidad que solo existe en nuestra imaginación. Mostremos que Emmanuel (Dios con nosotros) es una realidad. Que Dios mismo llora junto a las familias afectadas, pero que también está del lado de quienes claman por justicia. Salgamos de nuestra comodidad a pelear por la justicia de manera pacífica con el poder del amor de Dios que todo lo puede.
‘'No por el poder ni por la fuerza, sino por Mi Espíritu,' dice el SEÑOR de los ejércitos”(Zacarías 4:6)
PP Morataya
Moderador